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Otras Chapuzas

Capitulo I. Parte II

-Cuéntame, ¿Qué tal todo?. No sabía que habías vuelto a la ciudad

Después del incidente, apresaron a Six, los magos se indignaron con Silverwind y se fueron asegurando que volverían con sus superiores. Él y yo, fuimos a la taberna “La gran Chavola” a ponernos al día sobre nuestras vidas.

- Llegué ayer por la noche. Solo salí al mercado hoy por la mañana. Y ya ves como acabó.

- Acabó como tenia que acabar, esto está fatal. Cada vez hay más cosas por el estilo, la gente no respeta la ley. Somos un títere, hasta los propios hombres de la guardia están comprados. Cualquier día me meterán una puñalada en la espada Lanse y no creo que falte mucho para ese día.

Un silencio nostálgico nos abordó. Hace 8 años que no vengo a la capital y aúnque las cosas estaban mal la gente respetaba la ley y la guardia real era un símbolo a seguir. Pero ahora, no son nadie. La gente les teme por el abuso de la autoridad y recurre a ellos confiando en que aún quede alguien decente. Pero parece que cada vez hay menos.

- Pero dejemos de hablar de esto ¿Has encontrado a Arthur?

La pregunta se clavó como una espada corta en mi corazón, Silverwind estaba el día que Arthur y yo llegamos a Melifer hace ya 21 años. Aunque por aquel entonces no era capitán de la guardia si no “Elwood” el hijo mimado de los Silverwind. Cuando mataron a su madre, Elwood y yo nos hicimos buenos amigos, sabe que Arthur es como un padre para mí. Quizás debería tener más tacto con esto.

- Le seguí hasta Aman-Darin, le perdí la pista en los Cañones de Arstil. Desde ahí, viajé a diferentes reinos intentando seguirle la pista a Lord Thunder. Pero nada.

- Supongo entonces, que lo que te trae a Melifer son los rumores de la vuelta de Lord Thunder.

- Así es.- Contesté tras un silencio incomodo-

Elwood bebió un trago de cerveza pausadamente. Para el, Arthur era un modelo a seguir. Al igual que yo, el día que recibió la noticia no se lo quiso creer. Arthur, había dedicado su vida a perseguir a Lord Thunder, era el motivo por el que me uní a él. Y ahora me veía obligado a perseguir a mi maestro, a mi padre. La corrupción que Lord Thunder es capaz de inculcar en la gente siempre me sorprendió, padres, madres, magos, clérigos....incluso paladines caían ante sus ofertas. “Todos tienen un precio”, decía siempre Arthur, pero quería creer que él no, que él no tenia ninguno. Pero el día que conoció a Alma, marcó su precio. Y Lord Thunder lo supo, Arthur nunca pudo recuperarse de su muerte y se vendió para poder recuperarla.

-Lanse -dijo Elwood-, deberías dejar en calma tu mente. ¿Que harás cuando le encuentres? A Lord Thunder, o a Arthur. ¿Matarles? Antes de llegar a Lord Thunder, tendrás que matar a tu maestro. ¿Podrás hacerlo Lanse? ¿Te crees capaz?

Las palabras de Elwood dolían en lo más profundo. Tenía razón. ¿Que haré cuando le encuentre? He pasado los últimos 10 años perfeccionando mi técnica para poder enfrentarme a mi maestro. Pero llegado el momento no sé si podré mirarle a los ojos y acabar con lo que empezó hace ya demasiado tiempo.

-El destino me llevó a el, me salvó la vida. Que sea el destino el que decida si ha de quitármela también. Aunque quizás....

El camarero se acercó a nuestra mesa para llenar de nuevo nuestras jarras, dándome tiempo suficiente para meditar sobre lo que estaba apunto de decir. El Ebonstone, es un material demonista muy poderoso, pero incluso en la oscuridad más negra puede brillar la luz más tenue. En mis viajes, descubrí una antigua piedra que tratada de la manera correcta podría arrancar del cuerpo todo el caos sembrado por esta piedra maligna. Esta piedra solo se encuentra en Nodians y está protegida por los Guerreros de Syn, su nombre es WaterStone y es la última esperanza que mi corazón alberga para salvar poder salvarle. 

- Que decias – Dijo Elwood.

-Nada. Hace mucho que no bebo y quizás me he excedido. Debo marcharme viejo amigo, aunque espero que nos veamos antes de que prosiga mi camino.

Tras una emotiva despedida, llegué al templo de Pelor que tanto conocía. No había cambiado nada desde mis años de instrucción allí. E incluso el gran sacerdote Aelin estaba igual de viejo, aunque quizás más sabio. Entré en la sala común, donde tiempo atrás tantas veces descansaba de los duros entrenamientos. Varios acólitos me miraban y cuchicheaban. Por lo que parece los rumores de lo sucedido se extendieron rápido. Otros clérigos me saludaron educadamente y alguno me felicitó. Hacia mucho que nadie me felicitaba por nada. 

En dos días tendria mi encargo. Y ese era el tiempo del que disponia para encontrar una pista fiable de Lord Thunder y emprender mi camino a Septum y viajar a las heladas tierras de Nodians, en busca de “la lagrima de hielo”. Un objeto sagrado construido de Waterstone, que si Pelor me asiste, podrá salvar el alma Arthur.
Encontrarlo y traerlo conmigo será la misión más dura a la que nunca me haya tenido que enfrentar. Pero si funciona, habrá merecido la pena.

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